Mantenimiento preventivo:
El mantenimiento preventivo es la clave para asegurar que un pozo mecánico funcione de manera eficiente y confiable durante mucho tiempo. Consiste en realizar revisiones y cuidados programados antes de que aparezcan problemas, lo que permite anticipar fallas y evitar interrupciones inesperadas en el suministro de agua.
Mayor vida útil del equipo: Al cuidar regularmente la bomba, motor y componentes asociados, se reduce el desgaste y se extiende la duración del sistema.
Reducción de costos: Evitar reparaciones urgentes y reemplazos costosos es posible con revisiones periódicas.
Optimización del rendimiento: Se garantiza que el pozo opere con la presión y caudal adecuados, evitando sobrecargas y consumo excesivo de energía.
Seguridad y confiabilidad: Un pozo bien mantenido reduce riesgos eléctricos y mecánicos que podrían poner en peligro a las personas y a la infraestructura.
Cumplimiento normativo: En muchos casos, mantener un programa de mantenimiento asegura cumplir con regulaciones y estándares locales.
Mantenimiento correctivo:
El mantenimiento correctivo es esencial cuando un pozo mecánico presenta fallas inesperadas que afectan su funcionamiento. A diferencia del mantenimiento preventivo, que busca evitar problemas, el correctivo soluciona directamente los daños o averías que ya están interfiriendo con la operación del sistema.
Un pozo mecánico puede fallar por múltiples causas: desgaste natural de los componentes, acumulación de sedimentos, fluctuaciones eléctricas, falta de mantenimiento preventivo, o simplemente por el paso del tiempo. Cuando esto ocurre, es crucial actuar con rapidez y precisión.
Interrupción total del suministro de agua, afectando hogares, industrias o cultivos.
Daños mayores en la bomba, motor o tubería, lo que eleva los costos de reparación.
Mayor consumo eléctrico, debido a un funcionamiento ineficiente.
Contaminación del agua por filtraciones o desgaste de materiales.
Riesgos eléctricos o mecánicos que comprometen la seguridad.